Vivir mujer…en la cárcel del maltrato.

 
Noe.//Opinión
Cartel de una manifestación contra la violencia de género. /N.G.M.

Cartel de una manifestación contra la violencia de género. /N.G.M.

       

Noe//Opinión

Noe//Opinión

La semana pasada me pasó algo maravilloso, conocí al poeta Marcos Ana. Esta semana me está pasando algo mejor aún, estoy leyendo su libro: «Decidme como es un árbol». Un libro en el que el poeta cuenta su experiencia en las cárceles franquistas, en las que pasó más de 20 años. Pero un libro, que más que una biografía, es un canto a la libertad y la vida, como el mismo escribió en su dedicatoria.

       Esta frase me ha llevado a plantearme el gran número de personas que han olvidado su vida. La cantidad de seres humanos que han entregado su libertad y viven encerrados en una relación violenta o de maltrato psicológico.

        Las cifras nos dicen que la mayoría de esas personas son mujeres. Viven en la cárcel del maltrato y, lo que es peor, han desarrollado un síndrome de Estocolmo con sus carceleros que les hace imposible luchar por su libertad. Marcos Ana fue un preso político, también existen presos sentimentales.

       En ningún momento a lo largo de su libro da la sensación de que el poeta haya sido una víctima. A las mujeres maltratadas siempre las rodea esa aureola. Mucho se ha hablado de la dependencia económica, pero el hecho de que estas mujeres no denuncien, vivan en silencio o les perdonen una y otra vez, lleva a pensar que la dependencia es de otro tipo. Más que víctimas de sus agresores son víctimas del amor, un amor que las hace pensar que es peor vivir sin ellos que en el infierno en el que viven. 

      Por eso las cadenas que se deben romper son las cadenas sentimentales. Marcos Ana siempre tuvo el sueño de la libertad y de contar al mundo lo que para él era la vida. Estos sueños son lo que le mantuvieron vivo. La mujer maltratada ha olvidado sus sueños, para ella la felicidad reside en esa cárcel. Debajo del maltrato está, también, la desigualdad. Esta sociedad paternalista nos ha enseñado que debemos tener siempre a alguien que nos proteja, hasta el estado lo hace. Por eso para ellas esa cárcel les da la protección que necesitan para no sentirse diferentes en el mundo en que el que viven.

      Sin embargo, el amor es otra cosa. El amor es dar y recibir. El amor no es llorar día sí y día también. Existen muchas formas de amar. El amor a la libertad, a la vida, a ti mismo. Sentirse libre, comerte el mundo con la única protección de tus sueños y tu lucha por sobrevivir. Así nos lo enseña Marcos Ana en su libro. Cuando el amor a la libertad y a la vida es más fuerte que tus carceleros eres capaz de luchar contra cualquier cosa. Cobardes fueron los que le encarcelaron y los que firmaron sus dos sentencias de muerte. Como cobardes son los que responden con indiferencia y violencia a las personas que lo único que hacen es quererles, por eso no merecen ser amados.

      El título del libro es un recuerdo a lo que la cárcel le privó. Marcos Ana recuerda que en la cárcel olvidó cualquier sensación insignificante, que cuando recobró la libertad era un mundo para él. Acariciar la cabeza de un niño, ver crecer un árbol, los olores de la naturaleza o pasear se convirtieron en regalos para sus sentidos. Las mujeres y hombres que viven con una dependencia psicológica tienen todo esto al alcance de su mano pero tampoco pueden disfrutar de ello. Viven detrás de unos muros que  les impide apreciarlo, están ciegos.

      El poeta siempre habla de sus «nobles ideales». Eran nobles porque él nunca pidió venganza contra sus carceleros y torturadores, ni siquiera da sus nombres por respeto. Y eran ideales porque eran sueños, que aún no ha perdido la esperanza de ver convertidos en realidad. También son nobles los ideales de la lucha por la igualdad, una lucha que implica terminar con la superioridad de unos seres humanos sobre otros. Una lucha que jamás ha utilizado la violencia y la venganza y que pronto conseguiremos que se materialice.

      Toda la sociedad pidió a gritos la libertad de Marcos Ana. Toda la sociedad seguiremos pidiendo a estas mujeres que rompan sus cadenas, gritaremos a los maltratadores su cobardía. En realidad ellos son las víctimas, víctimas de su propia inferioridad. Maltratan porque se sienten inferiores y necesitan ser amados para sentirse importantes. Con nuestros gritos y protestas, con nuestra lucha por la igualdad sacaremos a estas mujeres de sus cárceles, despertarán y saltarán los muros del maltrato y al descubrir, de nuevo, cómo es un árbol ya nunca más querrán volver a vivir sin libertad.

Artículos relacionados.

La maté porque era mía. Virginia Martín Jimenez. El Norte de Castilla.

Published in: on 25 noviembre 2008 at 12:04  Comments (2)  

The URI to TrackBack this entry is: https://ecodemujer.wordpress.com/2008/11/25/vivir-mujeren-la-carcel-del-maltrato/trackback/

RSS feed for comments on this post.

2 comentariosDeja un comentario

  1. Noe como sigas asi te van a pedir los del ayuntamiento derechos de imagen por sacar el tunel

  2. Today, I went to the beach with my children. I found a sea shell and gave it to my 4 year old daughter
    and said «You can hear the ocean if you put this to your ear.» She placed the shell to her ear and screamed.
    There was a hermit crab inside and it pinched her ear.
    She never wants to go back! LoL I know this is entirely off topic
    but I had to tell someone!


Deja un comentario