En la II República por primera vez se establecen derechos iguales para el hombre y la mujer. Hasta ese momento la mujer en España carecía de derechos políticos. Su papel era el de madre y esposa y había un clara división del trabajo. Los movimientos femeninos, más que feministas, se habían centrado en otorgar prestigio a la mujer dentro de sus roles, defender el derecho a la educación y la dignificación de los trabajos femeninos.
A partir de la Segunda República se empieza a hablar del derecho a sufragio de las mujeres. Asociaciones creadas anteriormente como la Agrupación Nacional de Mujeres Españolas o la Cruzada de Mujeres Españolas habían reclamado los derechos políticos de la mujer. Posteriormente se creo por Clara Campoamor la Unión Republicana Femenina en la misma línea.