Y el príncipe azul…se volvió rana

Noe.//Opinión
Imagen de Wendy L'Belle

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Todas nosotras hemos crecido soñando y escuchando cuentos de hadas en los que las princesas eran salvadas por los príncipes. Todas debemos reconocer que hemos deseado alguna vez ser las protagonistas de esa película donde el galán de turno promete proteger a su amor e impedir que nadie le haga daño.

      Influenciadas por esta sociedad paternalista de protección, aún seguimos esperando que aparezca ese príncipe azul que dé la vida por su princesa. Ese príncipe azul que mate al dragón, atrape a la bruja, nos despierte con un beso y trepe el castillo agarrado de nuestras trenzas.

       Cuando eres niña, te pasas la vida jugando a ser mayor, a recrear tu vida, la vida que esperas tener cuando crezcas. Y en esos juegos siempre está el príncipe y sus promesas. Pero los juegos, como los cuentos, terminan con un final feliz.

      Después del fueron felices y comieron perdices ya no existe nada más. Nadie nos dijo si el príncipe cumplió sus promesas de protección, si la princesa consiguió la felicidad que esperaba a su lado y si ambos descubrieron que había un mundo más allá de la simple historia de príncipes y princesas.

      Entonces llega el momento de hacerse mayor, la hora de cumplir los sueños y buscar la rana que besarás y convertirás en príncipe. Y las promesas llegan, pero no el príncipe. Te prometen que treparán la torre, que te despertarán con un beso, que atraparán a la bruja y que matarán al dragón. Y tu esperas que pase, que algún día salga la palabra fin y puedas dormir y descansar en la más absoluta felicidad. Lo que esperas es que te protejan, porque eso es lo que se supone que hacen los príncipes y lo que necesitan que hagan por ellas las princesas.

      Y esperas y sigues esperando, pero según dicen «el que espera desespera». Y en el momento de desesperación, de promesas incumplidas y palabras vacías, se descubre que ellos nunca fueron príncipes ni nosotras princesas. Que más te vale darle tú la patada al dragón, agarrar de los pelos a la bruja, despertarte con el móvil y bajar en ascensor del castillo. Porque una mujer no necesita que nadie le proteja, porque es injusto otorgarles a ellos toda la responsabilidad de ser príncipes, porque se acabó el tiempo de nuestra minoría de edad y porque debemos ser conscientes que se puede vivir un cuento de hadas sin que existan príncipes y princesas.

Published in: on 14 diciembre 2008 at 18:13  Comments (1)  
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  1. Ellos no son príncipes, ni nosotras princesas. El cuento de ensueño se tornó en pesadilla…


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